Sabemos que los programas por si solos no garantizan poder habilitar
otras condiciones para niños y adolescentes vulnerados en sus derechos.
Esta noticia puede desafiarnos, una vez más, a pensar otros horizontes
para desplegar intervenciones en red, crear tramas, generar
experiencias conjuntas que impacten en las trayectorias de los pibes.
Los que trabajamos en educación, a pesar de no gozar de las mejores
condiciones en nuestra labor, no renunciamos a nuestro compromiso
ético en tiempos de incertidumbre.