lunes, 18 de marzo de 2013

De la violencia a la subjetividad


¿Son los signos o los escenarios?
De la violencia a la subjetividad.

Es necesario poder leer lo no escolar que hay en la escuela. Nuestra tarea está centrada en refundar el territorio escolar y para ello es necesario poder leer los signos que atraviesan a la vida y dinámica institucional. Hablar de violencia no es instalar la idea de violencia escolar. El escenario escolar está atravesado por una cultura social donde la violencia es un modo constante de relación.
Existen diversos signos en la sociedad que tenemos que saber leer pues se reproducen y naturalizan en la cotidianidad de la escuela. Modos de hostigamiento (presencial o virtual), de burlas, de golpes entre niños, entre adultos y niños y en adultos entre sí. Estos modos, a veces más visibles o solapados tiñen las relaciones por falta de aceptación de las diferencias y la negación del otro como sujeto.
Estar atentos a estos signos posibilita que intervengamos en pro de generar experiencias que habiliten y direccionen la violencia por la violencia misma.
Hoy en día, la sola asistencia de docentes, niños y adolescentes en la escuela no garantiza que el escenario escolar se arme como espacio de enseñanza-aprendizaje y convivencia.  Es necesario  modos adultos que posibiliten refundar el  escenario escolar.
 ¿Y qué queremos decir con refundar escenario escolar?  Instaurar el sentido de participación en compartir saberes, experiencias, abrir preguntas, proponer alternativas alrededor de problemas, dialogar, argumentar, escuchar.
Como adultos ser conscientes, que el desafío está en habilitar relaciones que den cuenta de existencias sostenidas en un vínculo pedagógico; donde el otro, la escucha, la palabra y el conocimiento son elementos potentes para estar, compartir, crear en las diferencias y con aceptación a la otredad. Aquella otredad que nos interpela en cuanto otro y que nos invita a hospedarla sin reducirla a nuestra mismidad como adultos.
Posicionarnos con implicación en este desafío de leer signos para habilitar otros modos de relación que alberguen las diferencias, tal vez nos impulsaría a reflexionar. A mirar y mirarnos para des- automatizar respuestas frente a lo que se nos presenta  y estar dispuesto a ser interpelados por esos mismos signos para crear condiciones de liga donde cada presencia sea una existencia en el escenario escolar.
Que nuestro pensar y accionar no esté dirigido a combatir el Bullying, sino a desafiarnos en refundar escenario escolar que alojen modos diversos de estar, siendo con otros. Crear experiencias de participación, dialogo, consenso resistiendo a reducir al otro a uno mismo.

 Sigamos pensando y dialogando con la lectura de 
"Experiencia y alteridad en educación" 
Carlos Skliar y Jorge Larrosa. (Compl)