¿Son
los signos o los escenarios?
De
la violencia a la subjetividad.
Es
necesario poder leer lo no escolar que hay en la escuela. Nuestra tarea está
centrada en refundar el territorio escolar y para ello es necesario poder leer
los signos que atraviesan a la vida y dinámica institucional. Hablar de
violencia no es instalar la idea de violencia escolar. El escenario escolar
está atravesado por una cultura social donde la violencia es un modo constante
de relación.
Existen
diversos signos en la sociedad que tenemos que saber leer pues se reproducen y
naturalizan en la cotidianidad de la escuela. Modos de hostigamiento
(presencial o virtual), de burlas, de golpes entre niños, entre adultos y niños
y en adultos entre sí. Estos modos, a veces más visibles o solapados tiñen las
relaciones por falta de aceptación de las diferencias y la negación del otro
como sujeto.
Estar
atentos a estos signos posibilita que intervengamos en pro de generar
experiencias que habiliten y direccionen la violencia por la violencia misma.
Hoy
en día, la sola asistencia de docentes, niños y adolescentes en la escuela no
garantiza que el escenario escolar se arme como espacio de
enseñanza-aprendizaje y convivencia. Es
necesario modos adultos que posibiliten refundar
el escenario escolar.
¿Y qué queremos decir con refundar escenario
escolar? Instaurar el sentido de
participación en compartir saberes, experiencias, abrir preguntas, proponer
alternativas alrededor de problemas, dialogar, argumentar, escuchar.
Como
adultos ser conscientes, que el desafío está en habilitar relaciones que den
cuenta de existencias sostenidas en un
vínculo pedagógico; donde el otro, la escucha, la palabra y el conocimiento
son elementos potentes para estar, compartir, crear en las diferencias y con
aceptación a la otredad. Aquella otredad que nos interpela en cuanto otro y que
nos invita a hospedarla sin reducirla a nuestra mismidad como adultos.
Posicionarnos
con implicación en este desafío de leer signos para habilitar otros modos de
relación que alberguen las diferencias, tal vez nos impulsaría a reflexionar. A
mirar y mirarnos para des- automatizar respuestas frente a lo que se nos
presenta y estar dispuesto a ser
interpelados por esos mismos signos para crear condiciones de liga donde cada
presencia sea una existencia en el escenario escolar.
Que
nuestro pensar y accionar no esté dirigido a combatir el Bullying, sino a
desafiarnos en refundar escenario escolar que alojen modos diversos de estar, siendo con otros. Crear experiencias de participación, dialogo, consenso
resistiendo a reducir al otro a uno mismo.
Sigamos pensando y dialogando con la lectura de
"Experiencia
y alteridad en educación"
Carlos Skliar y Jorge Larrosa. (Compl)